Cuando se nos ocurrió planificar un viaje hacia Napa Valley, quisimos hacer algo diferente. Conocida es la figura del recorrido vitivinícola en la zona más importante de los Estados Unidos. Pero nosotros quisimos ir más allá. En búsqueda una vez más del diamante en bruto, decidimos adentrarnos en un pueblo poco conocido de la zona: Yountville.
Con sus no más de 3000 habitantes, Yountville fue esa cálida bienvenida que estábamos necesitando. Fundado en 1965, con nada más que 4 km de superficie habitable, el pueblo con más cantidad de restaurants con estrellas Michelín por habitante, era la joya desconocida que queríamos encontrar. Allí dimos con un lugar maravilloso: Yountville Hotel.
Bien sabemos, que los recorridos por las tierras del vino, y en particular en Napa Valley, muchas veces pueden ser tan extenuantes como inolvidables. Es aquí donde Yountville Hotel, con su servicio de excelencia y su estilo Wine Country, logra dar la pausa perfecta. Un lugar encantador no sólo por sus paisajes, sino también por su aptitud para lograr que los huéspedes se vuelvan locales.
El hotel fue construido con piedras del río Napa, y con una vegetación cuidadosamente preservada a lo largo de los años. Los jardines y rosedales cubren de un tinte acogedor y le dan el sello al festival de naturaleza que se exhibe ante los ojos.
Cuando ingresamos al hotel nos sentimos abrazados por su refinada rusticidad y su calidez. Una sección mayormente revestida en madera, tonos ocre, y una mesa con wellcome drinks nos invitaba a acercarnos.
Luego de realizar el esperado check in, y al ingresar a nuestra habitación, descubrimos que sería un inmenso placer llegar allí al concluir cada día: Una suite Premium con más de 70 metros cuadrados de superficie y con un jardín privado nos esperaría cada jornada de nuestra estadía. Ideal no sólo para descansar luego de una larga visita a los viñedos, sino para disfrutar como en casa de un gran espacio, ricos aromas, un hogar encendido y hasta una botella de vino de bienvenida.
Para entrar en un real estado de relajación, la suite cuenta con un imponente baño, con una gran tina para dos personas. Además, por supuesto, tiene la posibilidad de una ducha que no sólo tiene el clásico estilo de lluvia sino que incluso cuenta con el modo de baño de vapor. Como era de esperarse, el descanso fue reparador en una cama King size adoselada, digna de la realeza. Como habíamos llegado al atardecer, disfrutamos de la caída del sol desde el comfort y la tranquilidad que toda esta experiencia brindaba.
El hotel, con su construcción baja y sus jardines, cuenta con seis estilos de habitaciones que van desde una standard que incluye una gran cama king size adoselada y una gran tina hasta una Yountville Suite que incluye no sólo una gran cama King adoselada y una tina tamaño spa para dos personas, sino también, un área de lving y un hogar.
La jornada siguiente se inició con una acogedora sorpresa. Por protocolo de COVID-19, el Hotel Yountville aún no permite que sus huéspedes desayunen en el restaurant. Es por eso que la primera ingesta del día llega a cada habitación, trasladada por unos pintorescos triciclos que continúan marcando la impronta del lugar. El desayuno fue al estilo continental con una gran variedad tanto de pastelería casera, como de frutas, granola, yogur, y un exquisito café expreso que terminó de darnos los buenos días.
No dejamos de visitar el imponente spa que cuenta con seis tipos de tratamientos entre los cuales nos quedamos con el llamado The Perfect Pairing. Si, como lo lees. Vinoterapia de pareja. Comenzando con un masaje relajante y pasando por un baño del más fino cabernet de Napa Valley, combinado con maracuyá. Por supuesto, todo con una botella de Cabernet típico de la zona para degustar. Develar la experiencia total que Napa Valley nos ofrecía, fue revelador.
Luego de la relajación al cuerpo, llegó la relajación del alma. Cuando se aproximó la noche, fuimos acompañados para disfrutuar del maravilloso Restaurant Lucy. Al llegar al lugar, un restó nada menos que con mención Michellin, galardón previo a las estrellas, fuimos recibidos por los encargados del restaurante, quienes inmediatamente nos acompañaron a nuestra mesa.
De principio a fin, el camino gastronómico nos hizo comprender porque la institución Michellin había decidido otorgarle a Lucy una recomendación. Cada bocado era una experiencia nueva, y cada sabor un festival en la boca. Acompañados por un Cabernet Sauvignon Barlow del 2014, nos sorprendieron primero con:
Four Cheese Arancini: Croquetas de queso, bañadas en alioli de aceite de trufas negras. Una recepción contundente y con un delicioso aroma que nos predispuso para lo que estaba por venir.
Ahi Tuna Carpaccio: La primera de las entradas que pudimos degustar fue la del carpaccio de atún rojo. Venía trozado y acompañado de una conjunción de peras, palta, y unos wontons crocantes que generaban un intercambio de sabores que no olvidaré fácilmente. Todo acompañado por una salsa de soja y jengibre que intensificaba este concepto.
Roasted Butternut, Carrot and Sweet Potato Soup: La primera sopa que probamos para la entrada, fue de nuez moscada asada, con zanahoria y batata. Un agradable sabor dulce que acompañada con su aterciopelada textura.
Miso Soup: Sopa miso al estilo francés con presencia de varios hongos; un colorido y variopinto arsenal de sabores.
Como plato principal, optamos por un lado por Honeynut Squash and Lobster Rissotto: Como su nombre lo menciona, un rissotto de calabaza dulce y langosta, acompañado con panceta y queso parmesano. Probablemente el mejor plato de la noche, cargado de una intensidad y contundencia. Y por el otro, el llamado Sauteed Sea Bass, una lubina salteada en vino Mayacamas, alcachofas, alcaparras y preservado en limón acompañado con camarones a la plancha completando un plato de mar.
Para concluir, elegimos como postre French Chocolate Silk Tart: Una exquisita torta de chocolate que nos dio ese dulce retiro que necesitaba el paladar.
Visitar Napa Valley y disfrutar esta experiencia para los sentidos en un hotel que lo tiene todo, fue una verdadera revelación. Dejamos atrás un lugar único, lleno de buenos recuerdos y la inquebrantable convicción de querer volver por mucho más.
Más información: www.hotelyountville.com