Hay pocos lugares que te transporten tanto como Brujas, una ciudad pequeña. Su pasado como capital comercial y centro de artesanía de la rica región de Flandes, en Bélgica, todavía se siente intensamente presente en las calles vírgenes de la ciudad medieval. No es de extrañar que esta pequeña ciudad tenga el estatus de Patrimonio Mundial de la Unesco.
Se trata de viajar en el tiempo y sumergirte en la época dorada. Para orientarte histórica y geográficamente, el renovado y reabierto museo Gruuthusemuseum ofrece una introducción animada al pasado de la ciudad en un entorno apropiado y suntuoso, con techos pintados, vidrieras y esculturas de piedra. Justo al lado, la imponente iglesia gótica de Nuestra Señora alberga la sublime Virgen con el Niño de Miguel Ángel: su única escultura que salió de Italia.
La cultura de los cafés belgas merece una visita a Vlissinghe. Es sencillamente perfecto: vigas, suelos de madera desgastados por siglos de clientes y la mezcolanza de pinturas y objetos que esperarías de un lugar que lleva sirviendo cervezas belgas desde 1515. Sería de mala educación no probar algunas: la gueuze es la especialidad belga fermentada de forma natural y con un sabor amargo que hace fruncir el ceño, o elegí una de la cervecería del siglo XVI De Haalve Man, que recientemente instaló el primer conducto de cerveza del mundo hasta el centro de la ciudad, con una capacidad de 1.000 galones por hora. Parte del placer de un viaje a Brujas es descubrir tus propias versiones favoritas, detrás de pequeñas ventanas bien iluminadas o escondidas en bodegas abovedadas: mira más allá de las plazas principales del Mercado y el Burg.
Apenas a 27 minutos en auto, se encuentra el sitio favorito de los locales para las escapadas: Ostende, perla del Mar del Norte. Esta ciudad costera combina la grandeza de la belle époque con la soltura artística de James Ensor y sus numerosos sucesores. Al igual que este pionero artístico, la trienal de arte Beaufort y el festival de arte callejero “The Crystal Ship” dejaron una huella indeleble en la ciudad. Gracias a ello, hoy en día Ostende es una ciudad artística, contemporánea y viva, aunque sin perder su identidad. La vida, a veces ruda, de los pescadores sigue conectada con la ciudad. Encontrarás el resultado de su dura labor en los numerosos restaurantes acogedores o elegantes: quisquillas, mejillones, lenguado... Más frescos no los vas a encontrar en ninguna parte.
De todos los del centro de la ciudad, el Groenerei, el "canal verde" , es el más romántico. Se ve mejor desde el Peerdebrug, el puente de los caballos (en la calle Peerdenstraat): mirando hacia el Meebrug, el canal está bordeado de árboles y enredaderas, elegantes mansiones y asilos del siglo XVII, y coronado por la torre de la catedral.
Si te animás más allá de las tradicionales mesas turísticas, vas a sopesar una gastronomía osada y diferente. Bistró Brugis es una de esas propuestas que te va a dejar atónito con la experiencia de sus platos. Kadel, su propietario y chef, nació al suroeste de Katmandú, a 70 kilómetros, en el distrito de Dhading. En su infancia, no hubo lápices ni libros, pero estudiaba en una pizarra con tiza blanca. Tenía que ir a la escuela y volver a casa en pronto. En su infancia, recuerda que siempre estaba con su abuela, "y a ella le encantaba cocinar para 30 personas de la familia todos los días”, recuerda.
Sumergirte en una de las ciudades más hermosas, implica desafíos a la hora de encontrar un albergue que adormezca tus sueños sin perder la magia con la que Brujas te invade. El hotel Heritage es un increíble hotel boutique en la ciudad. Aunque es común escuchar la idea de hacer una excursión de un día, lo mejor es desestimar la propuesta y alojarse allí, siguiendo la dinámica de multitud de turistas durante el día, pero luego, cuando se van, nace la verdadera ciudad que se despereza de modo amoroso para con los que deciden acunar sus sueños en ella.
En pleno corazón de la ciudad, a la sombra de la iglesia de San Jacobo, se encuentra una cálida casa de huéspedes Canal Deluxe. Una pequeña casa auténtica que se esconde como una joya preciosa con jardín. Una propiedad del siglo XVII junto a un pintoresco tramo del canal. El escondite perfecto para relajarse y encontrar la paz mental.
Brujas te deja un recuerdo indeleble. Atesora edificios maravillosos y experiencias únicas para los viajeros curiosos. Como una de las muchas ciudades que son visitadas por el día, para el experto, dormir en ella es disfrutar de otra esencia, una multicultural, aguerridamente calma y con una mirada cosmopolita que te puede sorprender.