Sin dudas que íbamos a vivir una experiencia distinta en Madrid. Habíamos estado varias veces en la capital española, pero iba a ser nuestro debut en el hotel más distinguido de la ciudad. Ya con ser parte del grupo The Leading Hotels of the World es motivo suficiente para estar impacientes por conocerlo y al mismo tiempo confiados en la calidad de nuestro hospedaje.
Rodeado por un impresionante jardín, el hotel está ubicado dónde antes se encontraba el Palacio de Anglada, del siglo XIX, del cual se conserva parte de su hermosa vegetación que le otorga un entorno sumamente privado.
Tan sólo al llegar, fuimos recibidos como si nos conocieran desde siempre. La amabilidad y servicio de quienes nos atendieron en la recepción, es digna de mencionar. Subimos a la habitación y fuimos gratamente sorprendidos con un detalle agasajador, un tentempié compuesto por un delicioso jamón crudo, un excelente tinto Crianza de la zona de Rioja y una carta de bienvenida personalizada.
En cuanto a la habitación era de estilo clásico, con detalles modernos, un mix de texturas engamadas en tonos blancos con colores camel y grises, lo que generaba un ambiente cálido y calmo a la vez. Los detalles de jerarquía se vislumbraban con sus sábanas de infinitos hilos, en una cama King de las más grandes, lámparas con tulipas de seda o almohadas de pluma de ganso, por citar sólo algunos.
Sus grandes dimensiones abarcaban un rincón de estar, un escritorio y un gran espacio para relajarse.
El baño, no menos espacioso, íntegramente recubierto en mármol, claramente pensado para dos personas, nos mostraba la posiblidad de un relajante baño de inmersión o una intensa ducha en un amplio box, y por supuesto un espejo y mesada en simetría perfecta con sus dos lavatorios. Un excelente cuarto de lujo con el equilibrio justo para no caer en excesos.
Salimos a recorrer un poco el hotel, y en el piso 9, en la parte más alta del edificio, pudimos conocer las magníficas Suites Insignia del Villa Magna. Allí nos encontramos con las Suite Real y la Suite Royal de 290 m2 y 140 m2 respectivamente.
La Suite Real es la más grande en su clase de Madrid. Aparte de sus 290 m2 dispone de una terraza de 120 m2 con una vista panorámica sin igual. Aquí entre otras cosas podemos tocar el piano de cola que se encuentra en el salón, o relajarnos junto a la chimenea o quemar calorías en su sala de fitness y wellness donde también es posible tomar un baño turco.
Pero si se trata de servicio, la suite cuenta con una cocina y un mayordomo que atenderá lo que sea necesario para los huéspedes, incluso servir las comidas en el distinguido comedor de la suite para 10 personas. Claro está, todo esto puede personalizarse de acuerdo a lo que el huésped solicite, por ejemplo transformar un cuarto exclusivamente para chicos, donde las batas y los productos del baño serán minis, acorde a su tamaño.
Todo esto hace que esta sea la Suite más cara de Madrid, unos 16000 euros la noche, y está ocupada una o dos veces al mes; un lujo al alcance de muy pocos. Jeques árabes, mandatarios internacionales, futbolistas y grandes artistas como Madonna, los Rolling Stones, AC/DC o Tom Cruise son algunos de los que han pasado por aquí.
En la Suite Royal, si bien el tamaño es menor, también posee una terraza de 115 m2 con vistas únicas y una gran sala de estar. Su estética muy cuidada y cosmopolita conjuga modernidad, elegancia y detalles que harán sentir como en su casa a huéspedes de distintas culturas. Luego de recorrer la parte alta del hotel y sus Suites hiperexclusivas, fuimos a conocer The Spa, un espacio para la relajación, donde todos los sentidos se elevan con los estímulos de los masajes Hamman, o alguno de los baños con aromas que allí es posible disfrutar.
Decidimos salir un rato para conocer la zona, ya que Villa Magna se encuentra en el Paseo de la Castellana, en Salamanca, una de las zonas más refinadas y chic de la ciudad. En la entrada del hotel, los taxis (todos autos último modelo) hacen fila para llevarnos, o si lo solicitara, podría un Bentley pasearnos por Madrid, un servicio acorde con quienes se alojan aquí.
En la salida trasera, tenemos un Corte Inglés directamente ligado al hotel, de manera que apenas cruzando una calle super angosta, quienes no quieran ser vistos pueden adentrarse en la tienda sin flashes ni público, un detalle no menor para quienes necesitan privacidad.
Doblando llegamos a la calle de Serrano, allí donde las marcas más exclusivas tienen sus flagship stores, donde lo más exclusivo de la ciudad se atomiza para convertirse en pura sofisticación. Luego de andar por esta calle super top, llegamos al parque del Retiro, otro de esos lugares imperdibles de Madrid.
Ya por la mañana, luego de disfrutar del desayuno debo decir que no es excelente, es mucho más que eso. Sabores tradicionales españoles, delicadeza en la manera de presentarlos y una carta con originales platos para elegir, como por ejemplo un avocado toast con huevos rotos. Placeres que se conjugan de esta manera, en muy pocos lugares.
Nos toca hacer el check out, no sin antes recorrer algunos lugares que no pudimos disfrutar como el Magnum bar, donde es posible tomar un cocktail o un champagne dentro de una atmósfera con aire a la New York de los años 50.
El restaurant Tse-Yang con decoración tradicional y detalles de madera oscura, logran llevarnos hasta Hong Kong, donde podría deleitarme con auténticos sabores de China como el pato Pekín.
Ya con las valijas deslizándose hacia la salida, llenos de mimos y colmados de placeres, siento un susurro al oido. Es el genio de la lámpara, que sin dudarlo me recuerda: “ahora sólo te quedan dos deseos por pedir, ya que este, ha sido el primero”.