Madrid es una de esas ciudades donde la idiosincra- sia y las costumbres se conjugan cómodamente con la argentinidad. Por eso poner un pie en esta ciudad tan linda siempre es reconfortante y más aún, cuan- do encontramos un lugar para hospedarnos donde el diseño, los detalles, el servicio y la ubicación for- man el combo ideal para disfrutar nuestra estadía.
En el número 80 de la Gran Vía, en un edificio histórico de 1945, se encuentra un hotel de lujo con la etiqueta de boutique, un 4 estrellas, inaugurado en el 2015. Se trata de el Dear hotel.
Llegamos en un horario poco habitual, dado que el vuelo había llegado casi de madrugada. Aun así no hubo problema en tener nuestra habitación disponible.
Sin dudas un cuarto con diseño y detalles que nos reconfortaron al ingresar. Una decoración minimalista, super elegante, con detalles muy funcionales, pero no debemos olvidar que a su vez se trata de un edificio de la primera mitad del siglo XX. Excelente y poco habitual combinación.
El trajín de la madrugada nos dio ganas de un rico café. Al tomar una de las tazas notamos detalles de diseño con frases muy creativas acerca de Madrid, algo que más tarde vimos replicado en otros objetos, en todo el hotel, jugando siempre con palabras como por ejemplo dear, enjoy, smile y otras tantas, lo que denota un gran trabajo en el desarrollo de imagen del lugar.
Subimos al piso 14, ya que nos habían hablado maravil- las del roof top desarrollado en la terraza, de su pisci- na, sus vistas 360 grados y su restaurant, Nice to meet you, un lugar ideal para almorzar, cenar o simplemente disfrutar un trago y buena música con una de las vistas más bonitas de Madrid, Este mágico lugar al atardecer, con la puesta del sol y los juegos de luces que van cam- biando de color en la piscina, fue un spot inolvidable de nuestra visita.
El clima no ayudaba, pero con un par de grados más, la piscina era el lugar indicado para disfrutar:
Al día siguiente, nos esperaba el desayuno, también servido en el piso 14 y como era de esperar, nuevamente salimos a disfrutar de la vista, esta vez de mañana con un poco de frío.
Una propuesta de mucha calidad y de buena cocina, en un buffet internacional con detalles ibéricos como sus reconocidos jamones, quesos, gazpacho, fiambres, etc. Los sabores, texturas y colores de estas delicias nos indicaban que eran de una calidad extraordinaria. Luego del buffet, tienen una carta denominada “Dear breakfast” (el juego de palabras que les mencioné) que ofrece platos elaborados preparados en el momento. Una saludable y delicada bruchetta con palta, vegetales y salmón crudo y unos riquisimos huevos florentinos completaron nuestras raciones, sin dejar de mencionar la vista que siempre acompaña, tanto afuera como adentro del roof top.
Luego del delicado y abundante desayuno, decididos a recorrer Madrid, salimos en busca del subte. Puede sonar exagerado, pero nada más pisar la calle uno se encuentra literalmente con las escaleras... o sea, no sólo estamos ya en la Gran Vía, si es que queremos caminar por allí, sino que tenemos toda la ciudad en la puerta.
Dejamos nuestro querido Dear hotel, valga la redundancia, con nuestras expectativas desbordadas con la certeza de querer volver a este lugar.