Venecia es un clásico para cualquier viajero. Una vez que dejaste molestar por
las palomas en San Marco mientras picotean alrededor de tu copa de Spritz en
la mesa del Quadri, o soportaste los cientos de celulares convocando a las
selfies más insólitas mientras te enfrentás al Puente del Rialto, te agotaste de
pagar ingreso en las iglesias centenarias, te animaste a hacer la cola en el
campanario para tener la vista más indómita de la ciudad de los canales.
Cuando descubriste que detenerte en la cuesta del pequeño puente sobre el Rio
Di Palazzo, desde el que se puede ver el Puente de los Suspiros y anduviste en
góndola o en vaporetto. Si rezaste en la Salutte (que es gratis) y tuviste tiempo
de hacerte de encaje en Burano y cristal en Murano, entonces es momento de
que sigas las sendas que recorren los venecianos cuando quieren salir de la
rutina.
En su detrás de escena la Sereníssima guarda cinco islas fabulosas. Todas
pueden visitarse utilizando el vaporetto. En algunos casos sólo se deben
consultar los horarios. La app CheBateo es gratis y te ayuda en ello. ¿Vamos?
La expresión de la rebeldía es San Servolo que guarda el único museo del manicomio del mundo. El primer asentamiento corresponde a monjes benedictinos que llegaron en 1109. Comenzó a funcionar como centro de salud mental en 1725, hasta que en 1935 se convirtió en un hospital psiquiátrico moderno, con aplicación de experiencias que luego se traspolaron a todo el mundo, como la laborterapia. Aquí detectaron por primera vez la pelagra, una demencia producida por el consumo excesivo de maíz. La visita es majestuosa. Esa combinación de aislamiento e historia documentada de la locura es conmocionante.
Dicen que Atila, el rey de los hunos, pasó por la isla de Torcello, persiguiendo a los muchos que usaban esta isla como refugio escapando de su brutalidad. Curiosamente, hoy con una paz inusitada con apenas 11 habitantes, fue entre los siglos V y XV, la más populosa del archipiélago. Está pegadita a Burano, de modo que una visita a ésta, permite una escapada a su vecina. Grandes fotos, silencio apto para escuchar la melodía del viento y la naturaleza y una experiencia gastronómica fabulosa: Locanda Cipriani fue fundada por el fundador del Harry´s Bar La Catedral de Santa Maria dell’Assunta y la Iglesia de Santa Fosca datan de 639. Además de sus azulejos bizantinos, a los pie y al aire libre se conserva el trono del guerrero que, según la leyenda, quien se sienta en él, se casa.
Agotados por la circulación de los turistas y sus valijas, hartos de los que se sientan en cualquier sitio para comer algo al paso mientras no dejan de empuñar su celular, los venecianos eligen vivir apenas a 500 metros de Piazza San Marcos. La Giudecca es un refugio de tranquilidad, donde se puede experimentar la genuina vida local. Guarecía en el pasado a los emprendimientos industriales. Superada una época de abandono, el trabajo de poner los viejos sitios en valor, reconvirtieron la zona en viviendas residenciales, galerías de arte contemporáneas y proyectos hoteleros que, por ejemplo, recuperaron el que fuera el molino más grande de Europa, el Stucky. La Iglesia del Redentor, que data de 1577, y que es de las más adoradas por los vecinos. No te pierdas a pasos de allí la panadería que elabora a diario el pan y las confituras que se comen en los hogares venecianos.
Poveglia fue abandonada por años. Debido a un video casero que se viralizó a
modo de falso documental se construyó una leyenda detrás de ella que la hizo
conocida como “la isla de los muertos”. Nada más lejos de la realidad. Alojó en
el pasado, como la mayoría de las islas, un hospital, en este caso dedicado a
leprosos. También fue un polígono de defensa militar. Hoy se ha reconvertido
en el pulmón verde al que se concurre a pasar el fin de semana en la agreste
libertad de la naturaleza.
Un proyecto de vecinos (más de 3000 unidos en una fundación) adquirieron el
derecho para su uso público por los próximos 99 años.
La joya oculta del rosario de islas que componen el archipiélago es San Lazzaro
degli Armeni. Sus primeros habitantes fueron leprosos. En 1717 el lingüista y
teólogo armenio Mkhitar Sevastii (Manuk di Pierto), huyó de la persecución de
los turcos y se refugió en esta isla. Fundó un monasterio que sentó las bases
del desarrollo de la literatura armenia moderna. Fue aquí donde Lord Byron
estudió el idioma y la cultura.
Su museo conserva pinturas, manuscritos, elementos antiguos de iglesia,
monumentos únicos y artesanías. La biblioteca de incunables te va a dejar con
la boca abierta. Además conservan más de 150.000 obras en diferentes
idiomas. ¿Lo inesperado? Una momia egipcia en un perfecto estado de
conservación. No te pierdas la misa celebrada en armenio.