Un nuevo día entre viñedos, recorriendo angostos caminos, como hilos que entrelazan extensos mantos verdes que dan lugar a una trama de viñas perfectamente alineadas.
En ese contexto, en una gran parte de la región de Saint-Emilion, y apenas pegado al Pomerol, se encuentra Château-Figeac, el viñedo más antiguo y de mayor extensión de la región.
Al llegar, un imponente Château del siglo XVIII es la primera impresión que la bodega nos regala, y con mucha amabilidad y predisposición nos recibe Gwennaëlle, quien conoce como nadie esta región, ya que nació y vive aquí.
La historia de Figeac está íntimamente ligada a la de Saint-Emilion y Bordeaux.
En el siglo II d.c., este lugar era una villa galorromana que perteneció a la familia Figeacus, de allí su nombre. Es muy probable, que se trate de la misma familia que estuvo en el origen de la ciudad de Figeac, en el valle de Lot.
Todavía pueden verse en la finca, las canaletas que construyeron los romanos para conducir las aguas de lluvia.
Más tarde, Figeac fue una de las casas nobles de Saint-Emilion; y familias ilustres de la región fueron sus propietarios sucesivos.
A principios del siglo XVIII, los Carles son quienes introdujeron en Figeac, la viticultura en su verdadero sentido.
En 1832, a raíz del bloqueo continental y su posterior crisis económica, la familia Carles se vió obligada a subdividir y vender tierras. De esta manera la finca fue vendida y subdividida varias veces hasta que en 1892, la compró Henri de Chèvremont.
De estas venta y subdivisiones, nacieron Château Cheval Blanc, Château Beauregard, Château La Conseillante y muchos otros más. En total, hay 151 châteaux en Francia con Figeac como parte de sus nombres, que son el resultado de esta subdivisión.
Actualmente los descendientes de la familia Chèvremont, la familia Manoncourt, son quienes comandan el Château y quienes le han dado un estilo distintivo a sus vinos, colocándolos en las primeras filas de las fincas de Saint-Emilion.
Château-Figeac está clasificado nada menos que como Premier Grand Cru Classé de Saint-Emilion desde 1954.
Luego de descubrir la historia de quienes hicieron este lugar, pasamos a recorrerlo. Sus viñedos se conforman con 3 tipos de uva, Cabernet Sauvignon (35%), Cabernet Franc (35%) y Merlot (30%). Cabe destacar que es la única finca en Saint-Emilion que cultiva Cabernet Sauvignon, que es la uva típica de la región de Bordeaux, pero no de aquí. De esta manera, con el toque de Cabernet Sauvignon en su blend, Figeac tiene un estilo y perfil distinto al de sus vecinos.
Además de las uvas, su terroir es muy poco común aquí en la margen derecha del Río Garonne, con sus suelos de grava, cuarzo, hierro, arcilla y arena, que aportan su sello en el resultado final para crear el estilo único Figeac.
Las vides son bastante añejas, con un promedio de 45 años, siendo las más antiguas de unos 100 años.
La extensión del terruño es amplia, ya que estamos en la bodega mas grande de la zona. Gwennaëlle (nadie puede intuir siquiera cómo pronunciar su nombre), nos indica que los viñedos que nos rodean fueron parte de la finca en el siglo XIX: Château de la tour Figeac, Château La Grave Figeac, Château Cheval Blanc, Château Beauregard y también podemos divisar mucho más lejos, la torre de la “Eglise de Pomerol” (Iglesia de Pomerol) en el pueblo vecino que ya hemos conocido en otras notas.
También nos comenta que la familia Manoncourt vive allí y que no toda la finca está reservada para la vid. Tienen un jardín enorme repleto de una gran cantidad de flores. Hay un lago con cisnes, gansos y patos ubicado detrás de la casa familiar. Verdaderamente un oasis único en Saint-Emilion.
Château-Figeac se envejece en barricas de roble francés 100% nuevas durante un período de entre 14 y 18 meses antes de su embotellado.
El blend de Château-Figeac se basaba en el pasado, en porciones iguales de Merlot, Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon. Hoy, ese ya no es el caso, ya que varía de una añada a otra, según el carácter del año y el rendimiento de cada variedad de uva.
El estilo de este vino hace que sea mucho mejor disfrutarlo con al menos 12-15 años de guarda. Las cosechas más jóvenes se pueden decantar durante 3 horas o más. Esto permite que el vino se ablande y abra su perfume.
Château-Figeac ofrece su mejor versión alcanzando su madurez máxima entre los 12 y los 40 años después de la cosecha.
Nos invitan por último a experimentar una degustación donde podremos comparar dos añadas: Château-Figeac 2009 y 2011.
Si bien es el mismo vino, como ya mencionamos, las proporciones varían cada año, pero aún así, estos dos ejemplares serán robustos, intensos y algo picantes; características que aquí, en nuestro país conocemos bien.
Comenzamos con el 2009, el más añejo de los dos. Si bien 24 meses no significan un gran cambio, en estos vinos, su maduración se hace notar.
Vino potente, con cuerpo, de un rojo rubí oscuro. La madera super presente, los taninos muy equilibrados. Intenso, con notas de cuero, tabaco, pimienta y frutos rojos, el final es largo y memorable, un grandioso vino al que su título de Premier Grand Cru Classé le queda perfecto.
Su valor ronda los 210 euros.
Continuamos con la versión 2011, si bien su color y aromas son muy parecidos al anterior, su sabor es un poco más elegante y refinado pero tan potente y complejo como su versión 2009.
Notas de café, chocolate y ciruelas predominan junto a la siempre presente madera de roble. Final largo y redondo. Un vinazo!
Esta añada nos ha gustado más, pero tan sólo apenas un poco más, vinos sublimes los dos, y que unicamente en los detalles puede variar la apreciación personal de cada uno.
En este caso el valor es de unos 140 euros.
En los dos vinos el Cabernet Sauvignon revela una gran estructura a medida que envejece en botella, el Cabernet Franc aporta finura en los taninos, mientras que el Merlot le otorga redondez y cuerpo.
Su gran potencial de envejecimiento va mostrando con el paso del tiempo, notas distintivas que varían en cada añada tal como pudimos comprobar, siempre con el sello de la elegancia y estilo que distingue a Figeac en la región.
Luego de despedirnos, el sabor intenso de estos vinos, quedó impregnado en mis pensamientos, y mientras nos alejábamos por esos caminos angostos, rodeados de vides, que ya siento en parte como propios, pude decodificarlo.
Château-Figeac es como un pariente lejano de nuestros vinos. Ese tío que quedó en el viejo mundo y que por fin pudimos visitar, y al conocerlo, entender de donde viene parte de nuestra esencia.
Cuando uno tiene un familiar con tanta historia, tradición y estilo, siempre dan ganas de volver, tocarle la puerta y darle un gran abrazo. Copa de vino mediante por supuesto.