Hacía mucho tiempo que teníamos ganas de visitar Boston y, para esta oportunidad, decidimos descubrir la capital del estado de Massachusetts. Quizás para todos aque- llos que no somos norteamericanos, Boston tiene su re- conocimiento por la gran cantidad de universidades de renombre que posee (Harvard, MIT, Berklee, entre otras), o por el tremendo éxito que alguna vez tuvo (y está sa- biendo recuperar) la franquicia de la NBA de los Boston Celtics. Pero para la cultura estadounidense, esta ciudad es importante también por otras razones. Tuvo un rol crucial en la historia de la independencia del país, y fue protagonista de distintos sucesos, como la Masacre de Boston o el Motín del Té, que le brindarían la libertad a Estados Unidos por sobre sus colonizadores británicos.
En línea con esta rica tradición cultural, elegimos hospe- darnos en The Eliot Hotel. El establecimiento fue fundado en el año 1927 y, desde entonces, ha hecho un culto del servicio personalizado, con énfasis en la elegancia y el confort.
Ya en el lobby, nos remontamos a un pasado de gloria: un amplio y claro hall de entrada con una recepción color ocre, nos evocaron una ambientación que sólo habíamos visto en películas de Hollywood. Varias particularidades nos sorprendieron gratamente: el elevador tenía un ta- blero de indicador de pisos con aguja; los ascensores se encuentran revestidos en cobre tanto por fuera, como por dentro, funcionando como un espejo que te rodeaba en todo su interior. Un detalle adicional, una gran llave con una placa de metal dorado con el número de habitación.
En conversaciones con la directora de ventas, Laura Vardon, comprendimos que no solo había una atención particular a los detalles, sino también una clara intención de mantener el espíritu de la tradición: “El peso y el tamaño de las llaves nos ayudan a marcar nuestro estilo. Por supuesto que es una elección nuestra, que incentiva a los huéspedes a dejarlas con nosotros y, al volver, pasen por recepción y podamos tener contacto permanente con ellos. De esta manera podemos dar el mejor servicio posible”
También nos comentó: “Nuestra fachada es similar a la del Harvard Club y, de hecho, fue construido a imagen del mismo. En un principio, la idea del hotel fue acomodar a los profesores, pero más adelante ya fue abierto al públi- co. Este año cumplimos los 83 años de antigüedad como hotel, pero el edificio ya está por llegar a los 100 años”.
Nuestra habitación nos deslumbró. Una suite al estilo europeo, con dos ambientes y un gran living con venta- nales antiguos; una síntesis de elegancia y categoría. Allí se daba el clima perfecto para poder relajarnos luego de una extensa jornada de viaje y recorrido por la ciudad. Ideal para familias, parejas, y muy cómodo para viajes de negocios también.
Respecto del público, Laura comentó: “Somos un hotel muy orientado a las suites, con 79 de ellas con living y dormitorio. Cabe mencionar que tenemos una orienta- ción muy family-friendly. Ese espacio extra para los ni- ños, y el living de entrada, son características que pue- den resultar muy importantes”.
The Eliot no solamente recibe a la familia, sino que también atrae a parejas, o viajeros de negocios: “Nuestras suites deluxe, son perfectas para una estadía en pareja, pero también, al ser Boston (NDR: Y Massachusetts especialmente) una ciudad con orientación universitaria, recibimos una mezcla entre personal de facultad y familiares que vienen de visita”.
Al cruzar una antigua doble puerta francesa, se veía la habitación, con dos camas Queen Size adoseladas, y un espejo encima de cada una de ellas, acentuando el estilo retroeuropeo del hotel. Las camas cubiertas con delica- das sábanas italianas nos permitieron sentir un abrazo de suavidad absolutamente reconfortante.
Al día siguiente, desayunamos en el gran restaurant del hotel llamado UNI, que cuenta con un hall principal al estilo izakaya con una ambientación de luces bajas, que le da un aire refinado.
El desayuno, por supuesto, no defraudó nuestras expectativas: del tipo continental combinado con un buffet muy completo y gran variedad de pastelería.
Comenzamos con bagels recién horneados, clásico de la cocina norteamericana. También hubo lugar para las frutas fres- cas de estación. La elección de proteína fue acompañada de unos maravillosos huevos, recién hechos.
Laura continuó describiendo a The Eliot: “Es un hotel muy europeo. Además del servicio personalizado, brindamos pases de gimnasio para el Boston Sports Club para nues- tros huéspedes”.
Un día, al retornar de nuestro recorrido -un tour por la historia de Boston, Commonwealth y puntos históricos de la ciudad-, nos encontramos con el lobby del hotel decorado con guirnaldas azules y doradas. Cuando con- sultamos el motivo con Laura, nos comentó que se debía a que estábamos muy próximos a la realización de la Maratón de Boston, uno de los eventos del running más importantes del país (junto con la maratón de Nueva York). La magnitud del evento, terminó de confirmar nuestras sospechas sobre este lugar: Boston es una ciudad entrañable y cultural..
Al dejar The Eliot nos invadió la nostalgia de haber vivido una experiencia única en uno de los hoteles más emble- máticos de la bahía de Boston. Allí pudimos vivir la com- binación perfecta entre la cultura tradicional de la bella ciudad y el categórico servicio personalizado, que sólo aquellos que se preocupan por brindar excelencia pueden ofrecer.
Más información: