Es la joya caribeña, por su belleza, seguridad, versatilidad, donde se habla español!, con precios accesibles para todo tipo de turistas, sus playas de agua cristalina sin sargazo, gran movida nocturna y alta gastronomía (una de las sorpresas más increíbles de nuestro viaje).
Elegante, colorida y multicultural, Willemstad su capital debe su encanto a una combinación única: la arquitectura colonial típica holandesa y los colores y la alegría caribeña. El centro colonial de esta ciudad es uno de los seis lugares del Caribe que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Es un estado autónomo, pero que forma parte del Reino de los Países Bajos. Por ello sus ciudadanos poseen pasaporte holandés, y gozan de los mismos derechos que los ciudadanos de este país europeo. Todos sus habitantes hablan 4 idiomas y muy bien ¿No resulta increíble?. En el colegio, son obligatorios: el holandés, el inglés, el español y el adorable papiamentu, una mezcla de portugués, español y africano. De hecho, te preguntan en qué idioma preferís conversar y en todos ellos encontrás fluidez.
"La vida en la isla" es un término que todos conocemos. Evoca un respiro relajado, puestas de sol de ensueño, playas de arena blanca y cócteles coloridos. Si crees que visitaste el Caribe, pero aún no exploraste Curacao, te espera una aventura verdaderamente superadora.
La joya del sur del Caribe, con su gran impronta europea, ubicada a 40 millas de la costa de América del Sur (afortunadamente, fuera de la trayectoria de los huracanes), es verdaderamente distintiva en todos los sentidos. Desde su deliciosa cocina hasta su colorida arquitectura (incluida la variedad de edificios en tonos pastel de Willemstad, que es una delicia para los instagramers), y su cultura infinitamente vibrante.
El atractivo innato de la isla se ve reforzado por la amabilidad de su gente: si sos visitante, te recibirán con un Dushi (que significa “dulce” en papiamentu). La isla tiene más de 50 nacionalidades representadas en una población de sólo 150.000 habitantes. La mejor manera de describir a la gente local es como un crisol diverso, hermoso y rico de diferentes culturas, costumbres y orígenes. La gente aquí se toma las cosas con calma, nunca tiene prisa y le encanta pasar un buen rato. Curacao te hace sentir que podés ser vos mismo. De hecho, Curacao es diferente a cualquier otro destino del Caribe: realmente tenés que sentirlo por vos mismo.
Ya sea que te alojes en uno de sus tantos resorts, te hospedes en un lindo hotel independiente o alquiles una casa privada, la isla pide a gritos que la explores. Si sos de los que vaga por la isla (que es conocida por su seguridad) y vas a dónde te lleva el día, o de los que prefieren llenar un itinerario con experiencias culturales y al aire libre únicas, esta es una isla a la que tenés que salir con los lugareños para explorar todo lo que tiene para ofrecer. Recomendamos alquilar auto para recorrerla de punta a punta. Lo vale y mucho.
Curacao ofrece todas las experiencias naturales que sueñes: buceo, esnórquel, windsurf, kitesurf, nadar con delfines, avistar tortugas marinas, excursiones en barco (no te pierdas una excursión de un día a la pequeña isla de Klein Curacao) y mucho más. Pero eso es sólo el comienzo.
Los amantes del arte encontrarán su lugar feliz en Otrobanda, con su audaz arte callejero y sus galerías. En la galería Nena Sanchez (con sucursales en Landhuis Jan Kok y Punda), podés comprar las exuberantes pinturas y giclées de colores del artista local autodidacta que lleva su nombre. Si la isla te inspira a poner tu propio pincel sobre el papel, playas como Playa Porto Marie y Tugboat Beach suelen ofrecer clases de pintura. Y el Landhuis Bloemhof, una antigua plantación que data de 1735, es un animado centro cultural que ofrece exposiciones contemporáneas y sirve como sitio de reunión para lugareños y visitantes.
Para conocer realmente Curacao hay que apreciar su historia, y sus antiguos fuertes (construidos entre 1500 y 1800) ofrecen una ventana al pasado. El Fuerte Beekenburg está muy bien conservado y se encuentra cerca de la popular playa Tugboat Beach, mientras que el Amsterdam de Punda, construido por los holandeses y que data de 1634, es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Algunas excursiones sorprendentes ofrecen una ventana a la rica diversidad de la isla y distinguen a Curacao de sus vecinos. Podés visitar una plantación de aloe vera y aprender sobre las propiedades curativas de la planta, recorrer una granja de avestruces (una de las más grandes fuera de África) en un vehículo de safari o explorar la totalidad de la isla a bordo de una Harley-Davidson!. Las opciones son vibrantes y para todos los gustos.
En este viaje, descubrimos los sabores que definen a Curacao, desde el stobá de kabritu, un tierno guisado de cabra, hasta la apetitosa sopa de yuana, hecha con carne de iguana. El keshi yena es uno de los platos más tradicionales de la isla. Con una base de queso gouda, se rellena con pollo y se hornea hasta que el queso se derrite y crea una deliciosa y cremosa cobertura para la mezcla de pollo. A menudo se sirve con arroz blanco y vegetales al vapor. Este plato es la perfecta fusión de sabores que refleja la rica historia culinaria de Curacao.
El funshi es un acompañante muy común en los platos típicos. Este puré de maíz se asemeja a la polenta y se sirve junto a carnes y vegetales. Tiene un sabor suave que complementa a la perfección los sabores más intensos de los guisos y carnes de la isla.
La vida nocturna en Curacao garantiza que cuando se pone el sol, la diversión apenas comienza, ya sea que te dirijas a un club de playa con cabañas o a un bar o restaurant estilo lounge con gran ambientación. Los clubes ofrecen música local en vivo con renombrados DJs al mejor estilo Saint Barth. Podés además encontrar cafés de jazz clásicos que parecen sacados de los años 20, así como sitios ultramodernos..
• Te sugerimos un mínimo de 7 días, aunque podrías hacer 14 días sin problemas. Hay tanto para ver y es tan distinto lo que ves en el centro de la isla, en la encantadora zona de Jan Thiel, o si vas para el oeste de la isla. Es ideal dividir la estadía en dos hoteles o departamentos o casas. Nosotros estuvimos en el Resort Papagayo Beach hotel, que nos pareció tanto por su locación, playa, beach clubs, piscina de borde infinito y servicio exquisito, simplemente perfecto, y luego en el centro nos hospedamos en el hotel Ranaissance, un exclusivo hotel de cadena con excelente servicio y su playa en el primer piso (leíste bien) digna de ver. Hay mucha oferta tanto de hoteles como en Airbnb para aprovechar.
• Sí o sí alquilar auto. La isla es grande y hay tanto para ver que nuestra sugerencia es retirar auto en el aeropuerto y devolverlo allí para disfrutar Curacao al máximo.
• La gastronomía es increíble. Hay mucha oferta y de la buena. Por ese motivo, no te recomendamos ir a un all inclusive. Te perderías gran parte de su atractivo sibarita.
• No te pierdas las actividades acuáticas. En este destino están muy desarrolladas. Recorrimos en seabob el mar para ver tortugas, anguilas, corales, langostas medusas y peces de todos colores. Una experiencia para atesorar. El buceo es aquí un hito. Hay cerca de 30 escuelas y te otorgan el certificado internacional en 4 días y a precios razonables.
• La movida nocturna merece un capítulo aparte. Los clubs de playa de Curacao son famosos en todo el mundo. Por la noche las reposeras, mesas y sillas se retiran y comienza la fiesta hasta el amanecer. Hemingway Beach Bar, Mambo Beach (una locura) y Wet & Wild son los lugares que tenés que agendar. Allí se ve a gente de todas las edades.
Lo mejor, la calidez curazoleña: buenos anfitriones, amantes de la celebración y orgullosos de sus raíces. El mestizaje entre holandeses, afroamericanos y latinos se ve en todos lados; su entrañable factor humano se ha tejido a base de patrimonio europeo y raíces africanas.
Una Isla para vivirla y, sobre todo, sentirla.
Por Flavia Tomaello.