Ya hemos escrito sobre la ruta del vino, en Pauillac, muy cerca de Burdeos, donde los Château aparecen uno tras otro como sacados de un cuento de los hermanos Grimm. Muy cerca de allí el panorama es otro. Ya saliendo de Burdeos y durante 35 km, los viñedos a ambos lados de la ruta, fueron el paisaje que nos acompañaron hasta nuestra llegada a Saint-Émilion, Patrimonio de la Humanidad.
Luego de degustar y comprar algunos Grand Crus en varias tiendas, nos dirigimos hacia la bodega Château Cheval Blanc, donde nos esperaban a las 12 del mediodía, para conocerla y degustar sus tan afamados vinos.
El camino hacia la bodega se componía de viñedos y pequeños caminos muy angostos, algunos asfaltados, otros no, pequeñas fincas y algunos Château (muchos de los que hacen vinos utilizan este nombre aunque no haya un castillo en su bodega) pero con un estilo más campestre, muy diferente a los de Pauillac. Luego de perdernos a disfrutar un buen rato, encontramos la bodega, una gran tranquera con dos columnas ornamentadas y un portero eléctrico para anunciarnos, ya que allí no están contempladas las visitas para el público.
Cabe destacar que Château Cheval Blanc tiene un terruño totalmente único en Saint-Emilion. Mientras que la mayoría de las otras propiedades famosas de la denominación tienen suelo de piedra caliza que data del período terciario, el suelo de Cheval Blanc presenta aluvias del período cuaternario. Y como la mayoría de las propiedades prestigiosas en Pomerol, la formación de suelo de Cheval Blanc tiene una textura variada que no incluye piedra caliza. Este don de la naturaleza es esencial para entender la historia de la finca.
Apenas dejamos el auto, la contrucción nos sorprendió ya que se trataba de un diseño muy moderno, con unas curvaturas de hormigón en el techo. En la cima de estas colinas artificiales se encuentra un jardín de hierbas silvestres, dándole la dosis de ecología que un edificio como este debe contemplar.
• La bodega deja entrar la luz natural y tiene un diseño puro y simple que parece fuera de tiempo. Es totalmente adecuado para el desarrollo de uno de los cuatro 1o Gran Cru Classé A de Saint –Emilion.
Este edificio recibió el famoso Premio Internacional de Arquitectura del Chicago Athenaeum, un museo de arquitectura y diseño. La bodega también recibió un premio del Centre européen pour le Design d’Art architectural et d’Etudes urbaines. Este último reconoce edificios distintivos, vanguardistas e innovadores. Cheval Blanc fue la primera bodega en recibir este honor.
Luego de presentarnos, nos llevaron a recorrer la zona de los tanques, nos sorprendimos con su forma, algo que no habíamos visto nunca en otras bodegas. Luego de contarnos el proceso de vinificación, a finales de otoño, el vino pasa de dieciséis a dieciocho meses en largas filas de barriles en una vasta bodega subterránea con iluminación tenue a una temperatura constante de 14 ° C. Cada añada es envejecida en roble: entre 300 y 450 barriles. Cada uno está numerado y reemplazado cada año. Las barricas están hechas exclusivamente de robles franceses de 180, 200 o incluso 350 años.
Château Cheval Blanc compra sus barriles a seis o siete cooperativas diferentes, y la calidad se controla constantemente. Esta diversidad evita cualquier tipo dominante de influencia del roble debido a una sola variedad de roble o grado de tostado. Dos veces al año, el equipo técnico del Château organiza catas a ciegas durante las cuales evalúan vinos de diferentes barriles para probar su uniformidad y lograr la mayor precisión aromática posible.
Una vez que entendimos porque este vino es catalogado como uno de los cuatro 1o Grands Crus Classés A de la región, pasamos a lo más importante, la cata.
En una larga mesa donde el sol era partícipe de ese momento, nos acercaron 3 etiquetas: Château Quinault L ́enclos añada 2017, un Le Petit Cheval, añada 2017 y por supuesto el tan ansiado Château Cheval Blanc, añada 2011.
El primero sin dudas estuvo muy bien, pero al ser más joven, no tenía mucho cuerpo pero el final en boca era suave, bien del estilo del vino francés. Un vino de 57 euros aproximadamente. En segunda instancia pasamos al Le Petit Cheval, que ya mostraba algo distinto. Buen cuerpo, asemejándose a nuestros vinos, algo que anotamos como distintivo de la bodega. Nos gustó mucho este vino, que se consigue por unos 108 euros.
Finalmente, apareció la estrella tan esperada. El vino insignia de la bodega, y para nuestro deleite, una añada de 7 años de crianza. Al probarlo, intentamos que ese momento se extienda para entender el por qué de su afamada calidad. Maravilloso y único. Un vino con mucho cuerpo y con ese característico dejo de vainilla que nuestros grandes malbecs supieron interpretar.
En el caso del Château Cheval Blanc, se trata de un perfecto y delicado blend entre Cabernet Sauvignon y Merlot, las uvas que se plantan en toda la región. Luego de saborearlo varias veces, preguntamos tímidamente su precio. Alrededor de los 600 euros.
Finalmente pudimos recorrer los viñedos y para sorpresa nuestra, nos encontramos con el Château, una construcción de época que nada tenía que ver con la modernidad del anterior. Detrás tenía un jardín simétrico y prolijo, y más atrás los viñedos esperando su momento. Sin dudas la frutilla del postre para entender aún más la historia de este increíble vino Francés.
Nos alejamos sin prisa y sin pausa, entre viñedos y caminos angostos, llevándonos para siempre la inolvidable experiencia de haber degustado el famoso Château Cheval Blanc.
Château Cheval Blanc
1 Cheval Blanc, 33330 Saint-Émilion, France.