Mougins es uno de esos tesoros medievales atrapados en el tiempo: calles, callejones y pequeñas plazas de piedra, completamente rodeado de bosques.
Más allá del lujo, la Costa Azul de Francia esconde verdaderas joyas en segunda línea de playa. Una de ellas es, sin lugar a dudas, Mougins, una pequeña población medieval de piedra, que si algo ha sabido atesorar es encanto. Fascinado por la quietud y el aroma a belleza de este lugar, Pablo Picasso eligió Mougins para vivir sus últimos 15 de años de vida. Tal vez por su influencia, las estrechas calles empedradas están llenas de galerías de arte y pequeños ateliers.
Mougins se caracteriza también por la calidad de su gastronomía. Siguiendo recomendaciones, decidimos reservar (con varios meses de anticipación a nuestra llegada) en el restaurant del hotel Le Mas Candille.
Lo que una vez fue una granja del siglo XVIII se ha transformado con amor en un exquisito refugio boutique Relais & Châteaux de cinco estrellas ubicado en la cima de una colina entre cuatro hectáreas de parques y olivos en Mougins.
En comparación con su vecina Cannes, más brillante y mucho más glamorosa, Le Mas Candille es un remanso de sereneidad. Y esto es una gran ventaja: impresionantes vistas están aseguradas desde prácticamente cualquier lugar. El Spa zen en el centro de un jardín japonés, y el restaurante gastronómico con estrellas Michelin, tienen las mejores vistas a las estribaciones de los Alpes.
Le Mas Candille es el hogar de dos restaurantes gourmet. Ambos ofrecen una cocina espectacular para despertar los sentidos.
En Le Candille -con una estrella Michelin- experimentamos la verdadera gastronomía artística. Este íntimo restaurante boutique tiene una reputación maravillosa por su sabroso menú e ingredientes de temporada, un verdadero activo para la experiencia boutique del lugar. Los ingredientes son especialmente seleccionados por el chef Xavier Burelle.
Una vista espectacular agrega el toque final perfecto a un delicioso menú de inspiración mediterránea.
Quienes se hospedan ahí, pueden relajarse con algunas bebidas en el bar o en la terraza, (que también está abierta a los huéspedes que no son del hotel) y se puede disfrutar de un completísimo té por la tarde con vistas a las onduladas colinas del país. Este lugar refleja realmente el sabor de la Costa Azul.
Nuestro paso por el galardonado restaurant Le Candille, fue como esperábamos, una experiencia inolvidable. No sólo por el impecable menú, sino por la atmósfera, la
música y el cálido servicio que permiten vivir un momento cargado de emociones.
Nos dejamos sorprender por el chef sin elegir nada en particular, y disfrutando de un camino de sabores exquisitos de principio a fin.
Comenzamos con una sopa de zapallo, el imprescindible en nuestro paso por Francia foie gras y un aderezo de chestnut. Explosión de sabores en boca. Continuamos con una tarta de vegetales de estación, que no se parece en nada a la tarta que están imaginando en este momento, sno a un hojaldre dulce y en su punto máximo de crocantez con vegetales extra coloridos al dente.
Pasamos luego por un filet de dorado cocido al vapor espumoso, para llegar al momento más esperado por nosotros: el carrito de quesos de colores, texturas, y aromas infinitos. Una verdadera fiesta.
El postre lo luce la fotografía, una obra de arte con manzanas, praliné pecan y un sorbet de banana.
Comer en un restaurant estrella Michelin, es siempre una aventura para recomendar. Nuestro paladar vuelve a sentir los sabores al revivirlos en esta nota y se convierten en esos recuerdos que atesoramos para siempre.
El restaurant Le Candille está cerrado los lunes y martes, excepto en las noches de mayo a septiembre. La disponibilidad es muy limitada, por lo que te recomendamos reservar con anticipación, mientras planeás tu viaje.
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