Un camino de tierra a metros de la ruta nos lleva hasta una entrada con una imponente reja antigua de hierro y un cartel de piedra que indica “Bodega y Granja Narbona”. Desde el momento en que se ingresa a este complejo se nota que el más mínimo detalle ha sido pensado especialmente para lograr una experiencia única. Y ese cuidado fue lo que colocó a este hotel boutique dentro del selecto grupo de lugares recomendados por la prestigiosa empresa francesa Relais & Chateaux, dedicada al turismo de lujo alrededor del mundo.
El complejo cuenta con sólo cinco habitaciones. La nuestra fue la habitación Tannat, una de las dos con vista a los viñedos. Una habitación de 135 mts2 con terraza privada con hogar a leña, living con ventanales hacia la finca, escritorio y cama king size. La ambientación se corresponde con el resto de la estancia, donde la madera, el hierro y la piedra son protagonistas. Detalles de decoración como lámparas antiguas, fotos y objetos nos trasladan a los orígenes de esta finca de principios del siglo XX. Exactamente en 1909 fue fundada por la familia Narbona, de origen italiano, quienes producían aquí vinos para vender localmente. Hacia el año 2000 fue comprada por sus nuevos dueños, quienes al ver la vieja cava decidieron mantener el espíritu vitivinícola y construir el resto de las instalaciones a partir de aquella bodega. Así es como el restaurante está instalado sobre lo que era la casa de la familia. La antigua cava, un sótano de piedra ambientado con candelabros, una cocina de hierro y mesas altas de madera, se utiliza para realizar degustaciones donde el sommelier de la bodega nos presentó las variedades que se elaboran en Narbona maridados con diferentes quesos de excelente calidad que son producidos en un tambo exclusivo del lugar. Una experiencia obligada es probar el Tannat Luz de Luna, un vino multipremiado que contiene en su estructura todas las características del clima y el suelo de esta región.
El objetivo principal de Narbona Wine Lodge es que los huéspedes se sientan lo más cómodos posible, pudiendo disponer libremente de las instalaciones del lugar. Dentro de esta filosofía es que se proponen variadas actividades de lo que ellos llaman #experienciacarmelo, destinadas a descubrir lo mejor que esta región de Uruguay tiene que para ofrecer. En nuestro caso elegimos las siguientes actividades:
Sunset Cruise: Navegamos en un barco de 1930 saliendo desde puerto Camacho hacia el atardecer, donde recorrimos el norte del Río de la Plata, pasando entre islas del litoral, apreciando la puesta del sol sobre el agua mientras disfrutamos de una copa de vino y una selección de quesos.
Almuerzo en Puerto Camacho: Una galería a orillas del río, ambientada con una pérgola de hierro con enredaderas y redes de pesca. Es el restaurante Basta Pedro de Puerto Camacho, que ofrece una gastronomía casera bien tradicional, elaborada con productos locales de calidad.
Picnic entre los viñedos: nos prepararon una canasta de picnic con quesos, variedad de panes y sándwiches, tortas y frutas, y con un carro eléctrico pasamos entre los viñedos hasta llegar
al punto más alto de la finca donde disfrutamos de un almuerzo en contacto con la naturaleza.
Almuerzo en el restaurante Narbona: una casona antigua de ladrillos, ambientada con objetos de hierro y madera, fotos de época y estanterías con botellas en sus paredes. Las galerías exteriores y la música completan un clima inmejorable. La cocina se corresponde con la calidez del lugar, ofrece un menú de pasos pensado a partir de productos frescos locales como carnes, pescados y vegetales de excelente calidad.
Cena en restaurante Pura en Carmelo Resort & Spa: hotel vecino a Narbona, cuyo imponente lobby está ambientado con objetos del sudeste asiático. El restaurante,pegado a la piscina central, ofrece una carta con opciones gourmet internacionales y una sección de grillados típicos uruguayos.
Más allá de las actividades pautadas que proponen, dentro de los servicios de Narbona encontramos todo tipo de variedades. Pudimos recorrer la finca en bicicleta, paseando entre viñedos y plantaciones de olivos. Tiene una sala de lectura con un hogar a leña y cómodos sillones, donde uno se puede servir una copa de cognac y disfrutar de un momento de relax. Cada espacio dentro de la finca tiene algún detalle pensado para ser disfrutado y algún objeto que ayuda a contar la historia del lugar, y eso hace que cada visitante pueda vivir su propia experiencia a medida de acuerdo a lo que busque. El servicio es excelente por donde se lo mire, todo el personal se maneja de manera muy cálida y está dispuesto a ayudar en todo momento.
Tuvimos la oportunidad de pasar tres días para recibir los primeros fríos del otoño en este lugar soñado, y quisimos compartir con nuestros lectores la hermosa energía que nos llevamos de Narbona Wine Lodge y su gente. Un lugar único, que recomendamos sin dudarlo, y que esperamos que puedan conocer pronto.
Agradecimientos: Rocío Lence (gerente de operaciones Narbona), Cacciola Viajes (www.cacciolaviajes.com)
Por Life is good