El Hotel Caruso, que antiguamente fue un palacio, es una joya sobria anidada entre los asombrosamente bellos acantilados de la costa amalfitana.
El clima, la geografía, el paisaje, la gente y la cultura hicieron que la costa Amalfitana se convierta en uno de los destinos de alto nivel más elegidos en el último tiempo. El hotel Caruso siempre fue uno de los platos fuertes de Amalfi. El hotel se enclava en lo alto de un acantilado de Ravello, y desde su terraza se contempla uno de los paisajes costeros más hermosos del mundo.
Este antiguo palacio del siglo XI cuenta con todos los lujos del mundo que cualquiera podría desear. Los pasillos de mármol conducen a habitaciones llenas de antigüedades y pinturas de maestros antiguos. Montaña abajo, más allá de las arboledas de limón y las plantaciones de olivos, se encuentra Ravello, la fascinante ‘‘ciudad de la música’’. El Paraíso, encontrado.
A pesar de haber sido renovado al ser adquirido por la cadena de lujo Belmond, el lugar conserva su estilo clásico y servicio tradicional, a los que debe su éxito original. Este es un hotel desde el que se puede explorar Amalfi desde cada rincón. Uno de los más temporales de Italia, refleja la época clásica napolitana.
Cada una de sus habitaciones tiene un diseño único, con vistas al soleado mar o a los exuberantes jardines en las terrazas. Diseñadas para capturar la belleza de los alrededores, todas ofrecen una comodidad incomparable y una elegancia eterna.
En las suites, nos reciben impresionantes pisos de cerámica blanca y azul, pinturas napolitanas originales y hermosos balcones llenos de enredaderas. Las vistas nos dejan sin aliento.
A la hora de la comida, su restaurant Belvedere nos embarca en un viaje culinario. Disfrutamos un delicioso carpaccio hasta un refrescante sorbetto, es un inmejorable entorno: nada como comer al aire libre, con el aroma de las flores de la costa y la brisa en una terraza llena de sol.
Por las noches, luego de la cena, un clásico Bellini en el piano bar nos relaja después de un día encantador. Las vistas son una constante también aquí, sólo que compiten con impresionantes arcos y frescos en el techo. Cada detalle de este lugar nos atrapa y fascina.
Para explorar al estilo italiano, nos subimos a una Vespa para recorrer la ciudad, nos detuvimos a tomar un café espresso y volvimos a nuestro refugio amalfitano.
Cerramos una estadía mágica de cielos azules, el tibio sol y una suave brisa mediterránea, tomamos una sesión de masajes en el jardín, que fueron el mayor placer sensorial, junto a un baño de pies en el jardín secreto.
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