En el horizonte que un día atisbaron los dinosaurios, justo donde el universo se trepa más lejos que el pensamiento, la tierra casi que se convierte en tormenta de arena, es donde se refugia el Valle de la Luna. Más célebre por su apodo que por su nombre, el Parque Provincial Ischigualasto, es una pieza de arte digna de Instragram, con sus planicies alteradas por cráteres y formaciones que s estrellan contra el profundo cielo azul que cincela un landscape inolvidable.
En esa polvareda de viento Zonda, eslabones de estrellas encadenados a un cielo inmóvil y un derrotero de contemplación, un matrimonio construye de cero, con sus manos, el espacio más exclusivo al pie del Parque, en San Juan. Sólo unos pocos cuartos a los que, no sólo pusieron en pie, sino a los que les diseñaron y produjeron los muebles, hilvanaron las cortinas, fundieron las salamandras, estamparon azulejos, tejieron mantas, dobladillaron sábanas, pincelaron cuadros y, como si todo ese amor en el que acunás tu sueños no fuera suficiente, te cocinan el desayuno cada mañana y te lo llevan la cama, con el pancito tibio.
San Agustín del Valle Fértil descansa sobre la ladera oriental de las Sierras Pampeanas que corre alfombrado por una vegetación que contrasta con Ischigualasto. Allí llegaron Mario Volpini y su esposa Marisa hace tiempo, cuando hacerse local era un misterio. Con el deseo de quedarse, primero hicieron su casa y más tarde, a la vera de su hogar, nació el Hotel Rustico Cerro del Valle. Mario pensó primero en un par de cuartos. Encolumnó piedra sobre piedra. La arquitectura cálida, sencilla, con sentido profundo e inmersivo en el espíritu de la región, es una autobiografía del lugar, con un abrazo fuerte de hogar. Marisa puede recordar cada puntada que dio la luz a blanquería de sus habitaciones.
Nada de ostentación, hay franqueza, una honestidad genuina y coherente con el paisaje. Allí es donde Mario se convirtió en una especie de Waze de a pie y a mano alzada. Como un gerente general de la región, conoce cada piedra con el amor de padre que puede escribir un diario de su hijo sin ayudamemoria.
Allí, delante tuyo, apenas llegás, te pregunta tus intereses, despeja la paja del trigo, te lee las intenciones y a mano alzada en una hoja te hace el mapa de tus vacaciones de ensueño. Para él cada piedra le parece visitable y conoce la historia detrás de su cincelado. Te enlista el recorrido óptimo para llegar a ver cada cosa que querés de acuerdo al tiempo que tenés, y te marca cada hito digno de una parada.
Lo que vas a ver de su mano de baquiano tiene un lado de experiencia exclusiva. No hay un viaje igual al otro. Mario te hace el de tu sueños. Además del Valle de la Luna y todas sus fotos típicas, está Caucete, célebre por el peor terremoto de la historia de la provincia, esconde la quebrada Baño del Indio con la posibilidad de hacer avistaje del patrimonio ideográfico incaico. Chucuma, apenas pasando de largo el lago artificial de la represa, está el poblado con casas de adobe y pirca (muros de piedra. Otro Parque Provincial es El Chiflón, apenas a 80 km de San Agustín de Valle Fértil por ruta pavimentada. La visita se hace con guía. Las ruinas jesuíticas de la estancia Las Tumanas, tiene apenas 40 habitantes, se encuentra a unos 30 km. Al oeste de la ruta provincial Nº 510 y a unos 500 metros del río Las Tumanas, se encuentran los enormes morteros fijos, que pertenecieron a los indígenas. San Juan duerme bajo el marketing de Mendoza. Pero s te dejás tentar, te vas a llevar una grata sorpresa.