Los más grandes expertos del mundo en calidad de vida afirman que la salud es el gran atributo a buscar en la belleza. Fortalecer el sistema inmunológico, la defensa natural del cuerpo, es apostar a crear un tejido sólido. Ese que nos permite, entre otras cosas, disfrutar del tiempo libre y el ocio.
La primavera siempre es un despertar, un renovador automático de las energías y las posibilidades. Es un excelente momento para replantearse estrategias y reconvertir el estilo de vida hacia una experiencia más saludable. Las claves no son muchas y todas ellas son sencillas. Pero la vanguardia viene de la mano de la nutrigenómica, la disciplina científica que estudia la interacción entre los genes y los nutrientes. Examina cómo los nutrientes interactúan con la expresión genética y cómo las variaciones genéticas individuales influyen en la respuesta a los alimentos.
“La nutrigenómica identifica los genes que afectan el metabolismo y el procesamiento de nutrientes. Proporciona información sobre cómo adaptar la dieta según el perfil genético de cada individuo. Busca optimizar la salud mediante la adecuación de la alimentación a las necesidades genéticas específicas. Es una rama emergente que promete revolucionar la nutrición y la medicina”, afirma el Doctor Walter Wahli, eminencia internacional en nutrigenómica y micronutrición, quien desarrolló los productos Nutrigen , elaborados en Suiza, comercializados en Argentina por Nutrigenomics.
La micronutrición terapéutica es una disciplina científica que se enfoca en el uso de nutrientes específicos, como vitaminas, minerales, aminoácidos, ácidos grasos esenciales y otras sustancias en pequeñas cantidades, para corregir deficiencias nutricionales y mejorar la salud de los pacientes.
Gran parte del éxito en este camino se vincula a tomar algunas decisiones inteligentes. La primera es no dejarse abatir por el estrés y el aburrimiento, dos disparadores de la ingesta por impulsos emocionales. Ante estas dos sensaciones, el recurso más efectivo y que está a la mano de todos, es el ejercicio físico. Salir a caminar no sólo impide que se ingieran alimentos innecesarios, sino que, además, contribuye a respaldar la salud en su conjunto. El sedentarismo también es consecuencia de la vida moderna frente a las pantallas. Combatirlo con actividad física también libera endorfinas que mejoran el estado de ánimo y la predisposición a la buena salud.
Por otra parte, la organización de los alimentos que se consumen es clave. Para eso, la doctora Viviana Patricia Melli, especialista en nutrición y consultora de los productos Nutrigen , sugiere que: “lo ideal es contar con una lista de alimentos necesarios para evitar la compra de productos poco nutritivos, altos en grasas y azúcares”.
Se considera que una alimentación saludable es aquella que contiene una amplia variedad de alimentos con todos los nutrientes. Se basa en el consumo de productos de origen vegetal, como frutas, hortalizas, legumbres, cereales (principalmente en sus variedades integrales), frutos secos, aceite de oliva, semillas y en menor medida, alimentos de origen animal, como carnes rojas, pescados, huevos, quesos y otros productos lácteos.
• Aumente el consumo de frutas y verduras. Trate de ingerir al
menos cinco porciones al día. Éstas contienen vitaminas A y C,
minerales y antioxidantes que ayudan a fortalecer nuestro sistema
inmune. Es importante incorporar vegetales de hoja verde, ya que
contienen fibra y vitaminas del complejo B. Puede preparar las
hortalizas en forma de puré o crema con aceite de oliva para
promover su consumo. Incorpore frutas de estación, que son más
accesibles, de mejor calidad y más frescas. Lave frutas y verduras
con agua segura.
• Consuma legumbres y cereales integrales al menos tres veces
a la semana. Las legumbres se conservan por mucho tiempo, son
económicas y muy nutritivas por su alto contenido de proteína y
hierro.
• Tenga en cuenta que los frutos secos, el aceite de oliva y las
semillas son siempre una excelente opción. Fíjese de que no sean
fritos ni endulzados.
• Incorpore a su dieta una porción de carne al día, ya que aporta
gran cantidad de proteínas. Elija cortes magros. Para fortalecer
nuestras defensas, es ideal aumentar la frecuencia semanal de
pescados (como atún/merluza/brótola, entre otros), que aportan
gran cantidad de ácidos grasos omega 3.
• Consuma al menos tres porciones diarias de lácteos,
preferentemente bajos en grasas o descremados
(leche/yogur/quesos). Aportan calcio, zinc, minerales y vitaminas A
y D.
• Hidrátese bien. Consuma al menos 8 vasos de agua segura al
día. Las personas mayores corren más riesgo de deshidratarse
porque tienen una sensación de sed disminuida. Una forma de
ayudarlos a llegar a la cantidad de agua recomendada es que
consuman gelatinas neutras o saborizadas sin azúcar.
• Evite las frituras, los alimentos ultra procesados y procesados
(galletitas y postres industriales, bebidas azucaradas) y los
productos de panadería y pastelería. Reserve el pan sólo para el
desayuno y la merienda.
• Incorpore el consumo de productos que ayuden a reforzar el sistema
inmune. Consulte con su médico.
En resumen, las prácticas cotidianas son esenciales para un cambio en la calidad de vida, lo que implica salud y bienestar. La nutrigenómica y la micronutrición representan avances significativos en la comprensión de cómo la alimentación puede influir en la función inmunológica. Al adoptar una dieta equilibrada y rica en nutrientes, es posible mejorar la capacidad del sistema inmunológico para combatir infecciones y mantener la salud en general. Sin embargo, es importante destacar que la nutrición es solo uno de los muchos factores que influyen en la salud inmunológica, y un enfoque holístico que incluya hábitos de vida saludables también desempeña un papel crucial en la prevención de enfermedades y la promoción del bienestar.